La Siesta.
Nos encontrábamos observando un grupo de leones con los que nos habíamos tropezado en medio de una pista que atraviesa la reserva de Samburu, en Kenia. De repente, la voz agitada de un guarda avisando a nuestro guía Makini a través de nuestra radio hizo que éste pegase un volantazo a la vez que avisaba nervioso "...han visto un Chui, un leopardo, cerca de aquí y tiene crías...". Y allá nos fuimos, agarrándonos como podíamos a ver esa maravilla. Pero no fue fácil encontrarla. Dos chacales de lomo plateado no quitaban ojos y oídos del árbol más grande del lugar. Algo les inquietaba, la presencia de un depredador sumamente peligroso. Sólo había que seguir la trayectoria de la mirada de estos chacales para encontrar al camuflado felino. Pero no me quedó muy claro si estaban nerviosos por la presencia de esta precioso leopardo o porque realmente lo que querían hacer era atacar a sus crías. En cualquier caso, allí estaba ella, dormitando encaramada en una rama, en una de esas posturas típicas de los leopardos, esas en las que parece imposible que se pueda descansar. Las crías más abajo, a pie de árbol.